Crónica del día de la

recuperación

“La ESMA, a partir de hoy, será patrimonio del pueblo argentino"

Crónica
del día de la recuperación

“La ESMA, a partir de hoy, será patrimonio del pueblo argentino"

“… Hoy es el día más hermoso de nuestra vida,  querido Sancho:
Los obstáculos más grandes, nuestras propias  indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo… La cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo;  la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el   esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobre  todo, la disposición para hacer el bien   y combatir la injusticia donde quiera que esté…” 

MIGUEL DE CERVANTES, Don Quijote de la Mancha

Toda la ESMA servirá como Museo de la Memoria”. El día 9 de febrero del 2004, el ex presidente Néstor Kirchner comunicó esta decisión a los Organismos de Derechos Humanos, asegurando que a partir del 24 de marzo la ESMA comenzaría a transformarse en un Museo de la Memoria.

La prensa venía revelando ya desde meses atrás, la intención del gobierno nacional de recuperar la ESMA para transformarla en un espacio para la memoria. Se anunciaba que el kirchnerismo dominaría la calle durante el mes de marzo y que el “broche de oro”, sería el 24 en las puertas de la ESMA donde comunicaría a los presentes su intención de convertirla en un Museo de la Memoria que sirva de recuerdo del horror de la dictadura, con la seguridad que asistirían los organismos de derechos humanos como forma simbólica de toma de posesión del edificio y expresar su apoyo a la medida presidencial. Pese a las resistencias que despertó en sectores de militares y de derecha; se sabía que el presidente no daría marcha atrás con esta medida. También se conjeturaba la posibilidad de que el Presidente visite de sorpresa el edificio para conocer en persona el lugar.

Luego vendrían mayores reflexiones, respecto al anuncio de Kirchner de crear un “museo de la memoria” en lo que fuese uno de los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio más grande de América Latina. Los organismos de Derechos Humanos sentaban sus posiciones, distintas en muchos casos, así lo manifestaban sus voceros y así lo divulgaban los medios: ¿Quién escribe el guión de lo que será el Museo dentro de esa película de terror que fue la ESMA?; ¿Cómo se avanza en la representación del dolor?; ¿Hasta dónde llevar la memoria para encontrar la verdad sin caer en la morbosidad? La recuperación de la ESMA para un espacio de memoria era un hecho y ese hecho se reproducía en la prensa con notas donde concurría tanto lo académico, las voces de los organismos, como el pensamiento popular. Esto daba cuenta hasta qué punto la ESMA estaba instalada en la sociedad, como un espacio del terror. Fueron muchos y diversos los debates sobre el tema donde además de los organismos de derechos humanos, participaron intelectuales renombrados como León Rozitchner, Elizabeth Jelín, Horacio González, etc. El objetivo era construir un relato y lograr que la historia de esas paredes ensangrentadas fuera un lugar que acercara a aquellos visitantes que no lo vivieron, o que no entendieron. Pero la idea fundamental era que ese Espacio recordara un pasado, el cual todos deseaban que no se repitiera nunca más!

FOTO: Damian Neustadt, ARGRA.

Tal como se preveía, el entonces Presidente Néstor Kirchner visitó la ESMA el viernes 19 de marzo; y la recorrió, acompañado de un grupo de sobrevivientes de esa cárcel clandestina. Los ex detenidos-desaparecidos se reencontraron con la tragedia. “…No éramos sólo nosotros. Sentimos la presencia de los que no están”. Esa primera visita, fue descripta como una recorrida fuertemente emocional, donde el Presidente de los Argentinos pudo por un lado, corroborar el sitio de la tortura y la dimensión de lo que pasó; y por otro, dar contención a aquellos que iban reconociendo los lugares en los que fueron torturados y donde vieron por última vez a compañeros trasladados y asesinados.

“… ¿Es esto posible? ¿No estaré soñando? Me lo pregunté de repente en la tarde del viernes cuando caminábamos junto al Presidente hacia el Casino de Oficiales. Íbamos por la calzada del jardín, entre el sol y las flores (¿existían también en el otoño del ‘77 cuando los coches atravesaban el predio con su carga humana?). No pienses, me dije, ni en ese otoño ni tampoco en esta cierta irrealidad de ahora, sigamos. Y ya estábamos en el playón junto a la entrada al sótano. Un silencio, y no más, porque se desató la búsqueda, casi eufórica, un tropel de hallazgos, dudas, relatos superpuestos. Encontramos la escalera, aquella que iba del sótano hasta arriba, hasta el tercer piso. Y apareció el altillo, inalterado, pisábamos “capucha” con sus mismos travesaños de metal, sus vigas y esa bruma terrosa de la penumbra de antes, y el agobio. Y arriba de todo, por la escalera tan angosta que yo bajaba ayudada por mis codos, descubríamos “capuchita”, asfixiante, desolada. Y allí, en esos huecos de silencio, las ausencias. La visita a la ESMA conmovió a todos… Para nosotros fue un regreso en el tiempo. Disparó algo de lo que entonces fuimos, y cada uno se armó con los recursos que pudo, como entonces, y se apoyó en el otro, casi corporalmente –las manos unidas, los abrazos– del mismo modo que antes nos ayudó a vivir. No fue fácil. Pero creo que no me equivoco al decir que sentimos que hicimos lo que debíamos… La visita a la ESMA de sobrevivientes acompañados por las autoridades del país y por el Presidente aparece como un hito crucial. Implica que el Estado se hace cargo de lo que en otro momento provocó. Señal muy fuerte hacia el ocaso de la impunidad, no sólo permite alentar esperanzas en el logro de los objetivos de verdad y justicia. También, al dar lugar a que se concrete ese deseo de testimonio, recuerdo y comprensión de lo aquí ocurrido que se ha dado en denominar Museo de la Memoria, puede estimular un debate nacional que debe ser de todos: el que busque explicar, ya sin la vigencia de la teoría de los dos demonios, cómo fue posible esa etapa de nuestra historia reciente en la que, como ocurrió en la ESMA, millares de personas que querían cambiar la sociedad, en su mayoría jóvenes y casi adolescentes fueron torturadas, masacradas y desaparecidas…” Fueron algunas de las reflexiones de Lila Pastoriza sobre ese día. Lila Pastoriza es una sobreviviente de ese Centro Clandestino.

FOTO: Daniel Vides, ARGRA.

Efectivamente el 24 de marzo de 2004 al cumplirse el 28° aniversario del último golpe de Estado, el Gobierno Nacional anunció públicamente la creación del Espacio Memoria y Derechos Humanos en el predio donde funcionaba la Escuela de Mecánica de la Armada, “La ESMA”. Antes de la llegada del Presidente y su gabinete; Mabel Gutiérrez, de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, leyó un documento firmado por doce agrupaciones: “La ESMA, a partir de hoy, será patrimonio del pueblo argentino. La decisión política del presidente de la Nación lo ha hecho factible. Esto es el fruto de que en estos 28 años los organismos de derechos humanos, los familiares, los sobrevivientes, los exiliados y el pueblo hemos mantenido nuestras banderas de verdad y justicia y preservado la memoria para que nunca más se repitan los crímenes del terrorismo de Estado”.

El jefe del Gobierno de la Ciudad, Aníbal Ibarra y el Presidente Néstor Kirchner se aproximaron al palco cubierto por una alfombra roja, pero no se sentaron. Sólo unos pocos minutos llevó la firma que ambos concretaron en un Acuerdo que manifestaba la creación de un espacio para la memoria y promoción de los derechos humanos. El presidente Néstor Kirchner pidió perdón de parte del Estado Nacional, “por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia por tantas atrocidades”.

Después de la firma, las rejas de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) se abrieron y parte del público fue ocupando lentamente el predio. Algunos de los miles que habían ido a presenciar el hecho (se estima cerca de 40 mil) atravesaron la barrera militar. Los H.I.J.O.S. además, llevaban 500 claveles rojos para dejar dentro del lugar. Hombres y mujeres de todas las edades caminaban lento. Bordearon el palco y se dirigieron a la entrada del edificio principal, cuya fachada se convirtió en el símbolo de la ESMA. “Yo ingresé cuando entró Néstor Kirchner, no lo conocía de antes. Es un edificio que tiene una larga historia en la memoria militar. El hecho de que lo haya tomado el Estado, en nombre de otras cosas, es formidable…” Cuenta Horacio González, director de la Biblioteca Nacional.

FOTO: Damian Neustadt, ARGRA.

Sin embargo no todo fue igual para los que asistieron al acto. La ESMA continuaba siendo  un edificio aterrador. Los sentimientos emergían de forma contradictoria, ambigua y muchos otros manifestaron la sensación de “congelamiento y paralización” ante las rejas de la ESMA.  “No pude”,  “Me dio miedo, “No tuve el coraje de entrar”; “Preferí irme a mi casa”, “Era muy duro para mí”…  Fueron algunas de sus palabras. A   hijos, hermanos, amigos, compañeros de militancia,  el terror aún continuaba corriéndoles por sus venas.

Pero igualmente, todos sabíamos que desde  ese 24 de marzo de 2004 y  al igual que al ‘El Quijote’; el miedo, nuestro enemigo más fuerte, podía ser vencido. Eso daría lugar a que las sensaciones fueran más gratas, que la buena conciencia, el esfuerzo por ser mejores, la disposición para hacer el bien   y combatir la injusticia donde quiera que estuviera, convertirían  a los días siguientes, en los más hermosos de nuestras vidas.

Escrito por María Freier, integrante del directorio de organismos de DDHH del Espacio, para el Ente Público Espacio Memoria y DDHH

Buenos Aires, 2014