El encuentro de cierre de Jóvenes y Memoria volvió a ser presencial. Miles de adolescentes participaron en diciembre de un abrazo federal y mostraron sus producciones en el complejo de Chapadmalal. Hubo intervenciones que interpelaron al mundo adulto y un Manifiesto que fue un grito de identidad colectiva.
¿Qué pasa en la ciudad de Chapadmalal entre noviembre y diciembre todos los años (al menos hasta que lo impidió la pandemia de Covid-19 en 2020)? Miles de adolescentes participan del encuentro de cierre de “Jóvenes y Memoria, recordamos para el futuro”, un programa anual creado por la Comisión Provincial por la Memoria en el año 2002 y que en 2021 cumplió 20 años como una de las mejores políticas públicas para estudiantes. Desde el Ente Público Espacio Memoria y DD.HH ex ESMA se viene realizando desde 2011 así que también en 2021 esta regional estuvo de festejo: cumplió sus primeros 10 años.
El encuentro realizado en diciembre tuvo la particularidad de ser un evento federal del que participaron las regionales de San Juan, Santiago del Estero y de la ciudad de Rosario junto a las de provincia de Buenos Aires y CABA. También se sumó una delegación de Chile por primera vez. Volver después del año pandémico a Chapa era todo un desafío. Fue clave insistir en los cuidados y protocolos, a la vez que ser conscientes de que la campaña de vacunación fue todo un éxito y que los casos eran muy pocos en ese momento, si no hubiese sido imposible estar ahí.
¿Qué motiva al Espacio Memoria ex ESMA a seguir apostando por el programa? El deseo de conocer otras realidades y compartir las propias a través de las actividades, los talleres, los bloques de producciones, investigaciones que duraron todo el ciclo lectivo pero que lxs chicxs empezaron a pensar y hacer desde la virtualidad, con todo lo que eso implicó. Por eso decimos que cada producción es única.
Están las producciones clásicas de formato audiovisual, otras que abordan las temáticas desde el humor y la parodia, también las que mezclan la danza y la intervención en el auditorio, y las de varios grupos que se animan en la misma producción a intercalar videos con teatro y música en vivo. Les invitamos a conocer algunas de ellas:
La escuela de Cerámica de CABA hizo una intervención sobre salud mental en el espacio al aire libre con pinturas y telas, y sus estudiantes fueron sumando a otras escuelas como público y las invitaron a intervenir a través del reparto de retazos con consignas.
El Programa Envión de Ituzaingó sorprendió con la utilización de la técnica del teatro ciego con una representación sobre la vida diaria en los aislamientos por la pandemia. Todo el auditorio participó con los ojos tapados escuchando sonidos, explorando olores y texturas para agudizar los sentidos.
Otra propuesta que interpeló al auditorio fue la de un grupo del SERPAJ (Servicio paz y justicia) del barrio de Constitución que articula con chicos en situación de semi-calle pero que están escolarizados y salen por los subtes a hacer música. El rap es la forma de expresión más usada por ellxs porque permite meter rimas con un parlante y una pista bajada de Youtube. Relataron sus experiencias y en un video compartieron cómo es su cotidianidad, la música como un “trabajo” que les ayuda a llevar comida a sus casas, pero también lo dura y compleja que es la calle para niñxs y adolescentes que tendrían que estar en otra situación
Las escuelas de San juan compartieron su necesidad de tener agua, ¡si agua!, algo tan básico y vital. En sus investigaciones demostraron que muchos diques fueron desplazados de sus cauces naturales por la voracidad empresarial con fines turísticos y eso generó que no llegue a los hogares con la fluidez necesaria o simplemente que llegue. Escucharles relatar cómo fue para ellxs abrir las canillas de los hoteles del complejo de Chapadmalal y ver con ojos de felicidad cómo salía el agua fue impactante y una interpelación directa. Otros grupos de esa provincia relataron sus largas caminatas en mulas para ir a las escuelas a asegurar su derecho a la educación y también cómo los distintos pueblos originarios siguen peleando por sus derechos sobre la tierra de sus ancestros. Cerraron sus presentaciones con canciones y poemas en sus idiomas nativos originales.
Las escuelas de Santiago del Estero trajeron sus danzas folclóricas, se vistieron con bombachas y chaquetas con adornos y bordados. Rosario, a través del Museo de la Memoria y el programa Fábrica de ideas -que articulan territorialmente en los barrios más hostigados por la policía y los vulnerados por la pobreza y marginalidad- mostraron su lucha contra la violencia institucional y cómo incentivan a lxs más pequeñxs a seguir los estudios. En la presentación de una producción hubo compañeres de Lucas González exigiendo justicia con la voz quebrada. También hubo un recuerdo para Facundo Astudillo Castro que unos años atrás había participado de Chapa y solía decir que esa experiencia lo había transformado.
El cierre
Durante los tres días de estadía en Chapa, estudiantes de distintas escuelas y con distintos saberes se involucran en los talleres de producciones para armar el cierre. El Manifiesto (que reúne la palabra de ellxs y el mensaje que quieren enviarles a las personas adultas) es un momento que interpela, es rebelde y revolucionario y también incómodo porque obliga a pensar en todo lo que falta por hacer pero también en lo construido.
En el manifiesto les jóvenes expresaron una crítica al capitalismo feroz, a la falta de cuidado y destrucción del medio ambiente, gritaron “basta de femicidios y de violencia institucional”, exigieron hacernos cargo de nuestros pueblos originarios y sus reclamos, intentar cuidar los animales y que haya alimentos más saludables para todxs. También expresaron el deseo de trabajo digno, que no se utilice a la juventud como mano de obra barata o gratuita. Pidieron que lxs adultxs dejen de hablar por les pibes, y a la vez reclamaron ser ellos los responsables de construir su propio futuro.
Les compartimos un breve texto escrito por tres estudiantes del programa, cuya escuela participa bajo la modalidad de taller semanal, transversal a varios cursos.
Qué es Jóvenes y Memoria
Victoria Antonelli, Lucía Bicco López y Cecilia Otero, Colegio Julio Cortázar del barrio de Flores CABA.
Cuando se pregunta o se habla sobre qué es Jóvenes y Memoria, lo primero que se suele decir es lo de base, lo que se ve desde afuera; que Jóvenes es un taller en donde una vez por semana nos reunimos e investigamos sobre algo relacionado a los derechos humanos. Y si, se puede decir que eso es cierto, pero aquella descripción deja afuera gran parte de lo que realmente es el taller. Deja de lado a aquello que no se ve, a esos pequeños momentos que se viven dentro de Jóvenes y lo que nos generan.
Jóvenes es militancia, es un debate ininterrumpido, es compromiso y responsabilidad -mezclada con algo de catarsis-. Es elegir y profundizar sobre lo elegido con nuestros cuerpos, cabezas y corazones para llegar al objetivo propuesto con un aprendizaje diario. Es oportunidades, porque si hay algo que brinda este taller, son eso, oportunidades para hacernos ver, es encuentros con otras realidades. Es sensibilidad, expresión y arte. Es respeto, sobre todo respeto al pasado, al presente y a nuestro futuro, porque Jóvenes es la proyección de la memoria desde un lugar constructivo y positivo, para transformar aquella historia y aquellos sucesos horrorosos en proyectos analíticos y artísticos que incluyen nuestra mirada como jóvenes. Es millones de energías descubriéndose y conectándose, lo que lo convierte en un lugar especial para empezar a militar.
Es las ganas de cambiarlo (y recordar) todo.
Jóvenes y Memoria es una semilla pequeña, que se encuentra bajo la pesada tierra y que con su fuerza y ternura logra brotar haciendo que la tierra, que nuestros pies besan, tiemble.
¿Y de dónde viene la fuerza para que la semilla de jóvenes brote? Del amor que acompaña a cada proyecto de cada colegio y a la unidad de esta comunidad educativa, que estamos seguras de que es la mejor forma de vivir esta experiencia.
Equipo JyM regional CABA de la ex ESMA